miércoles, 18 de noviembre de 2009

350

Fernando Traverso es un artista plástico rosarino. Nació en 1951 en la ciudad del Ché y de Fontanarrosa, donde estudió Artes Visuales, carrera que abandonó a los 21 años para dedicarse a la militancia social en los barrios. A finales de los 70s, una de las tantas mañanas en las que Fernando se encontraba caminando por las calles de su ciudad se cruzó con un amigo, un compañero militante social como él, que venía andando en bicicleta. Su amigo, que sabía que estaba siendo seguido, fingió no conocerlo, no lo saludó y continuó pedaleando. Un rato más tarde Fernando decidió volver sobre sus pasos y rehacer el camino que venía haciendo su amigo. A las pocas cuadras encontró la bicicleta atada a un árbol. Pasaron los días, en los cuáles Fernando volvía al mismo árbol, y la bicicleta continuaba ahí, encadenada. Así, un día comprendió que a su compañero se lo habían llevado y decidió romper la cadena y llevarse la bici. El dueño es uno de los 29 amigos de Traverso desaparecidos por la dictadura.
Casi 25 años después, Traverso decidió homenajear a sus compañeros y a los 350 desaparecidos y secuestrados rosarinos, víctimas de la represión ilegal y el terrorismo de Estado. Retomó entonces la figura de la bicicleta que espera a su dueño y se propuso realizar 350 esténciles en las paredes de la ciudad. Eligió el 24 de marzo de 2001 para estampar en una pared la primera bicicleta.
"Recuerdo que para ese entonces también hicimos una intervención con el grupo En Trámite, en la plaza San Martín de Rosario, frente a lo que fuera un centro clandestino de detención y tortura. Esa noche, de madrugada, salí con el molde y el aerosol en la mano. Había visto una pared propicia. Quería hacer la 'prueba de artista'. Tenía mucha necesidad de ver el resultado. Las primeras bicicletas las realicé caminando, eligiendo paredones cerca de mi casa. Las realizaba de noche, muy tarde. De regreso, a veces, debía apurarme porque amanecía, y las calles comenzaban a poblarse."
"De cada una de ellas podría contar una historia, como por ejemplo, la que quedó a medio hacer en la ex jefatura de policía, debido a que un oficial me detuvo al descubrirme. En otra oportunidad, un joven que venía de trabajar me llevó en su auto para que le pintara una en la pared de su casa; cargamos las dos bicicletas, la real en el baúl del coche y la otra, la del esténcil, en el asiento trasero y partimos. El diálogo que se generó durante el viaje fue maravilloso. Al llegar, la hicimos en silencio, pues quería darle la sorpresa a su mujer cuando se levantara a la mañana. O si no cuando salía en las noches de invierno, muy abrigado, con mi gorro de lana y cuellera, y veces, a la madrugada, me encontraba con los chicos que salían de los boliches que pedían que me sacara el abrigo de la cara, porque querían conocerme.
En la actualidad, todas las mañanas al ir a mi trabajo en bicicleta me cruzo con otros ciclistas y a su vez con esas otras estampadas en las paredes. Estoy seguro que algunos, después de verlas ahí, tan solas y desamparadas, siguen viaje armando una poesía en su cabeza."
Así, la silueta de la bicicleta abandonada se transformó en una metáfora de la ausencia.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Federico García Lorca

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.
Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?
¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia , alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida
Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.

martes, 10 de noviembre de 2009

El 30 de octubre falleció Lévi-Strauss, padre de la Antropología moderna

Maestro, tu enseñanza trasciende. Descansa en paz.
Claude Lévi-Strauss nació en Bruselas el 28 de noviembre de 1908, hijo de padres judíos franceses. Realizó sus estudios secundarios en París. Estudió derecho y filosofía en la Sorbona. No continuó sus estudios de derecho, sólo los de filosofía en 1931. Después de trabajar unos pocos años de docencia en enseñanza secundaria, aceptó una oferta de última hora para ser parte de la misión cultural francesa en Brasil, país al que serviría como profesor visitante en la Universidad de São Paulo.
Vivió en Brasil desde 1935 a 1939, y allí llevó a cabo su primer trabajo de campo etnográfico, dirigiendo exploraciones periódicas en el Mato Grosso y la selva tropical amazónica. Ésta fue la experiencia que cimentó su identidad como profesional de la antropología.
Volvió a Francia en la víspera de la Segunda Guerra Mundial y fue movilizado de 1939 a 1940 al estallar ésta. Después del armisticio se trasladó a Estados Unidos, donde impartió clases en la Nueva Escuela de Investigaciones Sociales de Nueva York. En esta ciudad conoció y trató al lingüista Roman Jakobson, cuya obra fue fundamental para la evolución de sus ideas.
Llamado a Francia en 1944 por el Ministro de Asuntos Exteriores, regresó a Estados Unidos en 1945. Tras un breve paso por la embajada francesa en Washington como agregado cultural (1946–1947), regresó a París para doctorarse en la Sorbona tras presentar tesina y tesis doctoral (1948): La vida familiar y social de los indios Nambikwara y Las estructuras elementales de parentesco.
La primera obra fue publicada al siguiente año, e instantáneamente reconocida como una de las más importantes de la antropología, con una crítica favorable de Simone de Beauvoir, que la vio como un importante estudio de la posición de la mujer en las culturas no occidentales.
Su obra, con título análogo a la famosa Las formas elementales de la vida religiosa, de Émile Durkheim, Las estructuras elementales de parentesco, reexaminó cómo las personas organizaban sus familias en un trabajo muy técnico y complejo. Mientras antropólogos británicos tales como Alfred Reginald Radcliffe-Brown sostenían que los parentescos estaban basados en la ascendencia de un ancestro común, Lévi-Strauss pensaba que estos parentescos tenían más que ver con la «alianza» entre dos familias, cuando la mujer de un grupo se casaba con el hombre de otro. A diferencia de Radcliffe-Brown, quien consideraba a la familia nuclear como la unidad del sistema de parentesco, Lévi-Strauss pensaba que no era la familia nuclear la unidad, sino la relación entre dos familias, es decir, la alianza que se produce entre dos familias cuando un hombre entrega a su hermana a cambio de otra mujer.
Siendo Lévi-Strauss ya conocido en los círculos académicos, en 1955 publicó Tristes trópicos. Este libro era esencialmente un viaje novelado, sobre sus expediciones etnográficas en Brasil entre 1935 y 1939. En él hizo un uso exquisito de la prosa, la filosofía y el análisis etnográfico, hasta lograr una obra maestra. Los organizadores del Premio Goncourt, de hecho, lamentaron no estar capacitados para premiarlo, porque Tristes trópicos era técnicamente un relato de no ficción.
El pensamiento salvaje, de 1962, supuso una verdadera conmoción en las ciencias humanas, por su reconocimiento del trabajo mental del mal llamado «primitivo», por su defensa de una ciencia del neolítico, heredera además ya de una tradición investigadora anterior, que conseguía clasificaciones de toda la realidad natural (y social) mediante el uso de 'propiedades sensibles', de procedimientos analíticos no tan alejados de su objeto como hará la ciencia moderna.
Los cuatro tomos de sus Mitológicas (1964–1971) constituyen una de las obras más decisivas y originales de la antropología del siglo XX, con su acercamiento singular a la mitología americana; analiza en ellas los «mitemas» o elementos significativos de miles de éstos por medio de todo tipo de oposiciones (alto/bajo, crudo/cocido, seco/húmedo, etc.).
En 2008, al cumplir los cien años, apareció una selección de su obra en la colección de La Pléiade, que está dedicada habitualmente a ciertos escritores consagrados. En ella se recogían asimismo piezas inéditas.
Falleció en París el viernes 30 de octubre de 2009.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Vivir despeinada

por Mafalda
Hoy he aprendido que hay que dejar que la vida te despeine, por éso he decidido disfrutar la vida con mayor intensidad… El mundo está loco.. Definitivamente loco… Lo rico, engorda. Lo lindo sale caro. El sol que ilumina tu rostro arruga. Y lo realmente bueno de esta vida, despeina…
- Hacer el amor, despeina.
- Reírte a carcajadas, despeina.
- Viajar, volar, correr, meterte en el mar, despeina.
- Quitarte la ropa, despeina.
- Besar a la persona que amas, despeina.
- Jugar, despeina.
- Cantar hasta que te quedes sin aire, despeina.
- Bailar hasta que dudes si fue buena idea ponerte tacones altos esa noche, te deja el pelo irreconocible…
Así que como siempre cada vez que nos veamos yo voy a estar con el cabello despeinado…
Es ley de vida: siempre va a estar más despeinada la mujer que elija ir en el primer carrito de la montaña rusa, que la que elija no subirse.
Puede ser que me sienta tentada a ser una mujer impecable, peinada y planchadita por dentro y por fuera. El aviso clasificado de este mundo exige buena presencia: Péinate, ponte, sácate, cómprate, corre, adelgaza, come sano, camina recta, ponte seria…
Y quizá debería seguir las instrucciones pero ¿cuando me van a dar la orden de ser feliz? Acaso no se dan cuenta que para lucir linda, me debo de sentir linda… ¡La persona más linda que puedo ser!
Lo único que realmente importa es que al mirarme al espejo, vea a la mujer que debo ser. Por eso mi recomendación a todas las mujeres:
Entrégate, Come rico, Besa, Abraza, Haz el amor, Baila, Enamórate, Relájate, Viaja, Salta, Acuéstate tarde, Levántate temprano, Corre, Vuela, Canta, Ponte linda, Ponte cómoda, Admira el paisaje, Disfruta, y sobre todo, deja que la vida te despeine!!!! Lo peor que puede pasarte es que, sonriendo frente al espejo, te tengas que volver a peinar.

SUERTE Y QUE DISFRUTES...