sábado, 12 de junio de 2010

Waris Dirie

Se calcula que alrededor de 92,5 millones de mujeres y niñas han sufrido la mutilación genital femenina, y esta cifra pertenece sólo al continente africano.
La mutilación genital femenina (MGF) consiste en la extracción parcial o total de los órganos externos femeninos, produciendo grandes hemorragias y un alto riesgo en la salud de la víctima.
Esta práctica, en la actualidad, está considerada como una violación a los derechos humanos. Asimismo, viola los derechos a la salud, la seguridad y la integridad física, el derecho a no ser sometido a torturas y tratos crueles, inhumanos o degradantes, y el derecho a la vida en los casos en que el procedimiento acaba produciendo la muerte. Sin embargo, queda impune en la mayoría de los casos.

Un gran sector de la población justifica esta atrocidad con argumentos religiosos, y otros sin embargo lo catalogan de una “larga y vieja tradición”.
En realidad, la mutilación genital femenina está perpetrada en una actitud machista, misógina y que fomenta la desigualdad entre hombres y mujeres. Su práctica está generalizada en los países subdesarrollados, donde la mayoría de las mujeres no tienen voz ni voto, y no pueden dar a conocer esta práctica o lo que es más grave, pedir ayuda para la eliminación de ésta, pero en Occidente también se da.
Las consecuencias más directas incluyen nuevas intervenciones quirúrgicas, graves hemorragias, retención de la orina, complicaciones a la hora del parto y graves enfermedades infecciosas.
Millones de casos, y sólo una respuesta: silencio.
Waris, hija de una familia nómada nació en el desierto de Somalia. A los cinco años, le practicaron la mutilación genital femenina. Se crió en un entorno patriarcal, machista y arcaico. Ocho años más tarde, su padre la obligó a casarse con un hombre que triplicaba la edad de ella. Pero Waris Dirie (Flor del desierto, traducido al castellano), decidió romper con ese mundo. Sabría que añoraría los paisajes de su región, Gallcaio, pero sus ganas de vivir la hicieron tomar la decisión.

Primero llegó a Mogadiscio, y más tarde, aterrizaría en Londres. Es en esta última capital donde -tras conseguir varios trabajos-, le aguardaría un gran futuro como modelo publicitaria y de cosméticos.
Aprovechando su lanzamiento a la esfera pública, Waris escribió en 1998 Amanecer en el desierto , una autobiografía que llegó a ser best-seller en muchos países.
Un crudo testimonio sobre las condiciones de la mujer africana, y sobre la terrible práctica milenaria, la mutilación genital.
Sunna es la extirpación del clítoris. La escisión elimina asimismo los labios. Las chicas somalíes sufren la forma más severa de mutilación genital femenina, la denominada circuncisión faraónica o infibulación. En ella se extirpan el clítoris y los labios menores de la vagina, y la herida se cose hasta que queda prácticamente cerrada, dejando únicamente una pequeña abertura para la sangre y la orina. La MGF se lleva a cabo en el 84% de las niñas egipcias entre los tres y los trece años.”
“Mi madre me dijo que no bebiera para que la abertura siguiera siendo pequeña y que durmiera de espaldas para que la herida cicatrizara plenamente. Ella creía que eso me aseguraría el futuro, ya que a las niñas con los genitales intactos se las considera impuras, putas movidas por impulsos sexuales
”.
En 2002, Waris Dirie crea la fundación que lleva su propio nombre, tras 12 años de continuada lucha. Con esta organización pretende sensibilizar a la humanidad sobre la existencia de esta cruel práctica, y dar voz a todas aquellas mujeres que la están padeciendo actualmente. Asímismo, proporciona ayuda psicológica y apoyo a las víctimas de la MGF.
Waris Dirie posee otras obras como: Flor del desierto (donde está basada la película), Niñas del desierto y Cartas a mi madre. Dirie está además trabajando en su próxima obra para publicarla en 2010.

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